Ilustrada Lanzarote: César Manrique y José Saramago.
Ilustrada Lanzarote: César Manrique y José Saramago, dos artistas de movimiento telúrico. Dos creadores atrapados por la isla lanzaroteña. El primero, oriundo de Arrecife, fue atraído por el misterio del abismo. El segundo migró de Azhinaga, a 103 kms. de Lisboa, para residenciar definitivamente en la isla atlántica y escribir oleadas de libros. César con 73 años murió en accidente de tráfico en una carretera de Teguise el 26 de septiembre de 1992. José se acostó y cerró los ojos el 16 de junio de 2010. Tenía 87 años. Nunca cruzaron palabra o posaron juntos en fotografías. Vivían en casas de pueblos distintos: César en Haría, al norte. José en Tías, hacia el sur. Poca distancia los separaba: los 39 kms se pueden hacer en 37 minutos por la ruta rápida atendiendo los límites de velocidad de las señales de tráfico. César era mayor que José y le pudo haber contado sus planes turísticos en la Fundación César Manrique que fue su antiguo taller. José le habría correspondido invitándole a pasear haciendo la ruta de senderismo de la Montaña Tersa con su mujer granadina, Pilar del Río. Todavía José no había pergeñado el quinteto de diarios cosidos que formaron los Cuadernos de Lanzarote, novela de recuerdos excavados y anécdotas recabadas del cabo del mundo. César era efusivo y reivindicó la estética tenebrosa de un paisaje ígneo de pasta carbonizada. José, de origen campesino, escribió Alzado del suelo en 1980 con la peculiar estética de la gente del pueblo que leía al margen de los signos de puntuación, y con la profunda carga ética que le valió el exilio durante el régimen salazarista. Ahora estaba leyendo El año de la Muerte de Ricardo Reis en su tercera reimpresión de 2018 y advertía la grandeza de la prosa de José. Mientras, César ponía el blanco y la lava roja sobre la roca volcánica en sus lienzos. La textura de las telas se confundía con la tectónica del basalto. César coleccionaba cuadros de coetáneos famosos en la Fundación. José montaba un nuevo espacio de creación literaria en su biblioteca. Cada uno tenía su vivienda. El estudio de pintura de César estaba fuera de casa. La biblioteca de José era un edificio distinto, a poca distancia de su residencia privada. Tenía dos despachos, escritorios y ordenadores antiguos. César era pintor y paisajista. Amueblaba el espacio íntimo respetando el medio ambiente. En sus aposentos se avistaba el respeto por la naturaleza. No era convencional. Sacaba formas de su entorno infértil, de la huella que el viento y la sequía había estremecido el paisaje hasta agrietar el costado de las montañas. José era portugués y su olivo pequeñito transportado en un avión ahora daba sombra en el patio de acceso a la biblioteca. Desde la galería y la cocina donde todavía se puede degustar café portugués de aroma olvidado, se divisaba el océano. Era su vivienda una sencilla mansión de vistas inmejorables donde la familia de Pilar arropaba silenciosa el tesón de un hombre que estrujó su cabeza literaria a partir de los sesenta años. Allí José fue un piano solista creando una obra sinfónica. Al socaire, José era un «andantino» construyendo la profundidad del ser humano, estrujando su alma en una introspección que no tenía fronteras. César apostó por la salvación de su isla. Luchó contra el desarrollismo económico que colmataba de hormigón las costas en un vano intento de mejorar la condición social de las aldeas. Su intervención en los Jameos del Agua fue su primer Centro de Arte, Cultura y Turismo. Hoy es una visita turística obligada. César diseñó un anfiteatro para el Jardín de Cactus en Guatiza. Ahora pienso que César estaba hecho de la madera del olivo que fuera tan querido como árbol por José. La irregularidad de las vetas y los complejos dibujos que forma la madera de olivo están en los bocetos de César y se han convertido tras su muerte en esculturas móviles de rotondas o en símbolos de parques y monumentos (por ejemplo, Monumento al Campesino).
La ciudad natal de César ha cambiado tras su muerte. Un hotel construido en vertical tiene vistas panorámicas de Arrecife, pero le habría causado un dolor verlo ahora, porque propugnaba con convicción casas de dos alturas. La capital isleña mantiene la impoluta Iglesia Matriz de San Ginés Obispo, de roca volcánica y paredes blanqueadas con una torre que se emparenta con la majestuosa y simbólica de los laguneros (Iglesia Matriz de la Concepción). Seguro que César vivió los carnavales que se exponen en la Casa Amarilla (los Diabletes de Teguise y los Buches de Arrecife – como reza en el pie de una escultura de Buches en el Charco de san Ginés: “Pleito en las Cuatro Esquinas/la salsa del Carnaval,/ya se oyen los buchazos/por toita la suidá”-). Ahora Cádiz celebra los carnavales, hermanados con los de Santa Cruz de Tenerife. Parece ser que las chirigotas gaditanas influyeron en las murgas tinerfeñas. Supongo que alguna tripulación de barco de pesca gaditano o de cabotaje se asentaría en las costas canarias y así comenzaría la parranda canaria. Estos lazos costumbristas enraizaron igualmente en pueblos lanzaroteños como Teguise o en poblaciones pequeñas, como la aldea de San Nicolás. Otras tradiciones indianas, como los empolvados, se han mezclado con romerías (La Palma).
Los castillos y fortalezas de Arrecife y Teguise aluden a la necesidad de defensa de la isla que ha sufrido oleadas de invasiones y saqueos de toda suerte de corsarios y piratas que se reflejan en varios de los museos de la isla: Museo Arqueológico, Castillo de San Gabriel o Castillo de Santa Bárbara en Teguise.
Mención aparte de Arrecife es el Castillo de San José que mira al dique de Naos en la zona intermareal. Hoy es la sede del Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC). Pocas ciudades pequeñas, excepto Cuenca, tienen una colección de pintura y escultura de artistas españoles de arte abstracto del siglo XX. De nuevo César patrocinó el cambio funcional de una fortaleza en sitio expositivo (MIAC, 1976), y diseñó en la planta baja, mirando al mar, un espacio para un restaurante, igual que hizo con el Mirador del Río sobre un risco para ver la isla de La Graciosa.
La miniselección del siguiente collage incluye artistas de varias localidades españolas: lanzaroteño Manrique, granadino Rivera, valenciano Gabino, lanzaroteño Lasso, bilbaíno Úrculo, sevillano Gordillo, tinerfeño Domínguez, toledano Canogar, santanderino Sanz, alicantino Sempere, zamorano Lobo, inglés (Dover) deCaires Taylor, canario Hidalgo, valenciano Mompó, filipino Zóbel, gran canario Chirino, gran canario Millares y granadino Guerrero.
La antigua capital de Lanzarote era Teguise. Los domingos mañaneros arremolinaba en las calles del mercadillo vendedores ambulantes. No en vano tiene justa fama de ser el más popular de Canarias. En su entorno, y aprovechando una casona señorial del Siglo XVIII (Palacio de Spínola), la Casa-museo del timple albergaba una colección de instrumentos de cuerda análogos al timple (mandolina, guitarra de cinco órdenes de estilo italiano, laúd árabe, cavaco de Madeira, sitar indio, cordófono de Indonesia, etc.). Benito Cabrera es su director. Como timplista, ha puesto la tradición folclórica canaria en un reconocido panorama internacional. Me atrevo a decir que Benito es un prodigioso compositor del timple. Su interpretación de Nube de hielo – metáfora del Teide – con la Orquesta Sinfónica de Tenerife rememora los tañidos del viento rozando las vertientes serpenteantes del Malpais de Güimar. Era domingo por la mañana y las campanas de la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de Guadalupe volteaban anunciando oficios religiosos. En el interior, siempre pulcro y de maderas relucientes, el templo conservaba una copia de la patrona de Teguise (Virgen de Guadalupe), esculturas en capillas y una pintura llamativa del Cristo de la Laguna. A pocos metros andando, el Convento de San Francisco, primero existente en Lanzarote desde 1.534, objeto de múltiples saqueos e incendios, se ha convertido en Museo de Arte Sacro. Dentro, no sabía si mirar las cartelas de las esculturas de candelero, de bulto redondo, en alabastro coloreado, las pinturas, los expositores con dalmáticas de los arcángeles San Gabriel y San Rafael, o los artesonados del mas puro estilo mudéjar! que cubren los arcos torales, la larga nave central (35 mts.) y otra más pequeña. Bajo el crucero y mirando en todas las direcciones, la limpieza y brillo de las maderas resulta ba ejemplar en una tierra seca y sometida a la Voz del viento, como rezaba el título de una canción canaria. Faltaba subir al Museo de la piratería en la fortaleza de Santa Bárbara. Era una atalaya que dominaba la visión de las vastas llanuras y suaves montañas en dirección a las costas del Norte y Sur. De refugio y mazmorra ahora el Museo mostraba maquetas y colecciones de armas, junto a cuadros explicativos de carácter didáctico sobre los famosos piratas berberiscos. Por momentos, me veía tentado de contar la novela del escocés Robert Louis Stevenson La Isla del Tesoro a cualquier niño pequeño que jugueteaba por allí con cara de asombro.
No lejos de Teguise, dos nuevas intervenciones con aires de César no dejaron de sorprenderme: una era el Jardín de Cactus en medio de unas tuneras donde los aldeanos criaban las cochinillas y otra la Cueva Lagomar que le venía el nombre de su antiguo propietario, el actor Omar Sharif que se apostó la casa recién comprada en un juego de bridge y la perdió en una noche. Los actuales propietarios la habían convertido en un pub. César y Jesús Soto vieron en las oquedales del acantilado de una antigua cantera juegos de luces y sombras que armonizaban con la naturaleza. El Jardín del Cactus se construyó igualmente sobre una antigua cantera. Albergaba, además de un molino de viento típico, mas de mil especies distintas de cactus de América, Madagascar, India y Canarias (mammillaria spinossima, mammillaria haggeana, mammillaria melanocentra, mammillaria rodantha, etc.).
La creación más celebrada de César fue su intervención sobre el cauce abierto de un curso de lava al pie del volcán de la Corona al noreste de la isla. Ese tubo volcánico (Jameos del Agua) se ha convertido en el primer Centro de Arte, Cultura y Turismo realizado por César en Lanzarote con múltiples escenarios para espectáculos, fundamentalmente musicales. Son llamativos los pequeños cangrejos albinos, ciegos, de las aguas que se han inmortalizado en figuras escultóricas y recuerdos. Cerca está la entrada a la Cueva de los Verdes, cauce interior de lava del volcán de la Corona, antigua guarida de los habitantes de la zona contra los piratas invasores, que contiene otro espacio para representaciones y conciertos. De la mano del estrecho colaborador de César (Jesús Soto), la iluminación se ajustaba a una variada gama cromática, y la tonalidad verde aludía al apellido de una familia de la zona.
He dejado para el final de mi breve recorrido el Parque Nacional de Timanfaya, impresionante paisaje volcánico (mas de 25 volcanes) que dominaba el suroeste de la isla. El testimonio del párroco del pueblo de Yaiza, Lorenzo Curbelo, fue fundamental para conocer cómo vivió la gente aquellos temblores de tierra y erupciones volcánicas entre 1730 y 1736.
Hoy comprendemos mejor la pintura de César: el color gris basalto y la materia fundida de lava contrastando con el blanco limpio de Yaiza. Hoy subrayamos a José: «Como un enorme animal escondido, un árbol chupa de las arterias secas de los volcanes los depósitos alquímicos con los que elabora la sustancia última de la dulzura».
Ilustrada Lanzarote: César Manrique y José Saramago
Luis Miguel: me ha gustado mucho, no solo lo que dices,sino también el cómo lo dices. ¡Que bien escrito!
He disfrutado con su lectura y recordando cuando estuvimos de recién casados.
Gracias. Un abrazo
Gracias por tu comentario. Supongo que si no has vuelto desde que te casaste, la isla te llamaría ahora la atención porque ha cambiado mucho a mejor (a pesar de los bloques de hormigón abandonados).
Me ha gustado mucho este post. Soy de las Islas Canarias y agradezco este tipo de blogs para difundir información acerca de nuestra cultura e historia, es muy importante que se sigan manteniendo a día de hoy. Muchas gracias por esta difusión y sobretodo por la manera de expresarlo!
buenas noches, soy alumna de primero de educación infantil y nuestra profesora nos ha pedido que hagamos una actividad para los niños con el lugar escogido de su blog.
como canaria que soy, veo conveniente fomentar en los niños tan pequeños su cultura, historias y leyendas de las islas, por tanto escojo este post de Lanzarote (aunque solo he estado en Fuerteventura)
se me ocurren diversas actividades en los distintos lugares nombrados. por ejemplo, en la Casa Amarilla donde se encuentra expuesto el carnaval, contaría el origen de esos disfraces y haríamos una careta para que ellos pudieran ponerse en las pieles y realizaran los bailes, explicándoles así cómo se llama cada parte del atuendo, y su función y también para hacer algo de ejercicio y ¡tener diversión!
por otro lado, en el castillo de San Gabriel en Teguise, al tener una historia de piratas y corsarios, realizaría un teatro con los niños, que ellos se convirtieran en los propios piratas y lo interpretaran jugando con la historia verdadera y el castillo en el que sucedió todo. no hay mejor manera de enseñar a un niño que mediante el juego, por tanto así el niño disfruta y aprende jugando.
siguiendo por Teguise, en la casa-museo del timple, aprovecharemos para dar una clase de música improvisada, donde los niños aprenderán cómo se hace el timple, de que árboles se tallan, cómo se coge y lo harían de manera práctica y les mostraríamos por ejemplo cómo se toca mediante una isa canaria.
estas serían mis propuestas un saludo.