CU de la US
Luis Miguel Villar Angulo

Dos días de arte ruso en Málaga

Salí de Torremolinos en el M-110 y me bajé en la avenida Paloma de Málaga, después de 19 paradas. Luego caminé 6 minutos hasta el edificio de la antigua Real Fábrica de Tabacos de Málaga. Me puse al sol en los jardines del edificio sin darme cuenta. A la izquierda se situaba el  Museo del Automóvil y de la Moda, abierto en 2010, que no llegué a visitar. Vareado por el sol, fui a la sede de la Colección del Museo Ruso San Petersburgo Málaga, abierto en 2015. No había esperado mucho. Visité el Museo Ruso en 2017, dos años después de su inauguración.

Con posterioridad al aislamiento social de la pandemia del Covid-19 sucedió la crisis política y militar por la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022. La intrusión rusa había dado al traste con el acuerdo institucional del Ayuntamiento malagueño y el Museo Estatal de San Petersburgo para el establecimiento de una Colección permanente de 100 obras rusas por un periodo temporal de diez años prorrogables y de 50 obras en exposiciones temporales. A partir de esa invasión, el Museo se nutrió de colaboraciones privadas (léase más abajo) para mantener el nivel expositivo de fondos rusos.

Ya que estaba en Málaga en 2023 repuse mi mente y ánimo para conocer nuevas semillas de arte. En el segundo examen de la colección noté cómo no se había instalado la exposición conforme a las directrices previstas por la organización. Habían quedado algunas salas como un granero pendiente de ordenar el aparejo de montaje. No obstante, la exposición desbordaba el ámbito del coleccionismo de cuadros.

El arte en la dinastía Románov

Así que llegó la hora de sembrar mis impresiones de algunas obras de la exposición anual (21 febrero 2017 – 4 febrero 2018) de La dinastía Románov que había sido la casa real gobernante en Rusia desde el siglo XVII hasta principios del s. XX, y poner el aliento en dos exposiciones temporales (22 de febrero de 2017 – 16 de julio de 2017): Espacio didáctico: Schönberg y Kandinsky, y Kandinsky y Rusia.  

Había sido la dinastía Románov una familia que ampliaba los confines de su mandato por territorios de Siberia y Ucrania, una familia sin tregua de conflictos familiares y de movimientos sociales que entraron a saco hasta derribar a Nicolás II en 1917. Y habían sido Pedro I el Grande y Catalina la Grande quienes fundaron con hondura de voz la capital de San Petersburgo en el s. XVIII occidentalizando la cultura. La exposición del Museo testimoniaba luces y arropes de su dinastía centenaria. (Véase Figura Nº 1). 

Me había detenido con expectación contemplando las tablas pintadas con representaciones religiosas de estilo bizantino del s. XX: Icono de la Virgen de Kazán (1913), Icono de la Virgen de Tijvin (1913), Icono de San Romano el Mélodo (1903), o la colocación de tablas en un orden determinado en un templo formando un gran cancel, el Iconostasio de la iglesia de Santa Catalina, mártir (1764), además de un óleo sobre lienzo con figuras que parecían iconos de imaginaria religiosa en La adoración de la cruz de autor desconocido en torno a los ss. XVII-XVIII de la época del zar Alejo I de Rusia.

Cerca de San Petersburgo se encontraba la Catedral Naval de San Nicolás de Kronstadt, de un estilo imitación a la Catedral de Santa Sofía, consagrada después de varios abandonos en 2013. El museo exponía el Sagrario de la Catedral Naval de Kronstadt (s. XX), hecho de metal repujado y de una altura reducida (44 cm). No me preguntaba más sobre la dinastía rusa que había acumulado piezas de arte de varios estilos (barroco, clasicismo o estilo imperio) a lo largo del tiempo.

Contemplaba lienzos de temática histórico-religiosa de gran formato por pintores del género belicista: Asedio del monasterio de la Trinidad y San Sergio ( Vereshchagin, 1891) o pinturas de género histórico: Domingo de Ramos en Moscú en tiempos del zar Alejo I. Procesión del patriarca a lomos de un burro (Schwartz, 1865). Del mismo género era el óleo La hazaña del granadero del regimiento finlandés de la Guardia Imperial Leonti Korennói en la batalla de Leipzig de 1813 (Babáev, 1846).

Ana I de Rusia había sido emperatriz de 1730 a 1740 y en su mandato ordenó crear un palacio de hielo. El pintor Yakobi había trasladado a un óleo (Palacio de Hielo, 1878) el caso de una pareja invitada a pasar su noche de bodas en aquel palacio para celebrar la victoria de Rusia sobre el Imperio Otomano.

Desde que la Italia renacentista dio una nueva consideración social a los pintores de las cortes, muchos de ellos quedaron vinculados al patronazgo de las casas reales. Muchos de los retratos de los pintores de cámara tenían enfoques ideológicos, sociales o estéticos.

El Museo colocó una perspectiva de la retratística real de finales del s. XIX en el óleo sobre lienzo Retrato de la gran duquesa Yelena Pávlovna (1842) del pintor francés historicista y de retratos Court, o en mármol debido a la gubia del escultor ruso Antokolski que con elegancia talló el Retrato de la emperatriz Alejandra Fiódorovna (1896). Aunque no sea una de las obras más caracterizadas de la trayectoria del realismo socialista de Repin su óleo sobre lienzo La boda de Nicolás Il y la gran duquesa Alejandra Fiódorovna (1894) condensa el boato de una celebración histórica.

Del Artista del Pueblo Polénov era el óleo sobre lienzo Habitación del gran duque Alejandro Aleksándrovich, comandante del destacamento de Ruschuk, en Berestovets (1878) e igualmente de tópico ruso o revolucionario eran las pinturas de Ivanov que ofrecía una escena burocrática en el óleo sobre cartón En una oficina pública de los tiempos de Moscú (1907).

La época del emperador Alejandro I (1777-1825) se caracterizó por la victoria contra el ejército napoleónico de la que se derivó la afirmación nacional rusa introduciendo un mobiliario opulentamente cuidado como se advertía en los Objetos del servicio de Gúriev (1809-1816) de la Fábrica Real de Porcelana con pintura sobre esmalte, doradura y estampado.

De la misma Fábrica se exponían figuritas de porcelana con pinturas sobre esmalte que mostraban a hombres y mujeres representando la serie Pueblos de Rusia. Seleccioné como ejemplo la figurita Mujer de la provincia de Sarátov (1913), que era una ciudad situada a la derecha del río Volga, conocida recientemente por ser la ciudad natal de célebres personalidades del mundo científico y deportivo.

La pintura en Schönberg

Bajo la música primeriza del estudio, el compositor y teórico musical, que parecía un relumbre en su Austria natal, Schönberg se evadía de las notas y elucubraciones musicales tomando la paleta de colores con el gesto solapado de quien evitaba el mundo exterior para recrear una atmósfera de flores cultivadas en su intimidad: –Me disuelvo eternamente en el sonido, libre por fin de una obligación que me habría gustado cumplir hace mucho tiempo, decía de sí mismo. Pintaba autorretratos y retratos con alientos lejanos sin esplendores que expandían cierto aire de modernidad entre 1906-1919.

Nunca había sospechado que atesorara esa coloratura en el teclado y en la paleta, que lo llevara a la amistad de Kandinsky después de escuchar sus cuartetos de cuerda fuera de toda estructura melodiosa. Se había iniciado entre ambos una relación de amistad fuera de acordes totales. Existía en el músico-pintor austriaco una forma de transparentar el mundo a sus sentidos. No quería muros que parasen sus emociones en sus 361 cuadros. Cuando observé su Autorretrato azul (1910) y Mirada (1910) recordaba su composición musical pero no tenía memoria de este artista en su faceta pictórica de sutil contemplación y visos y dejos de ternura con espontaneidad en sus óleos.  (Véase Figura nº 2).

La abstracción en Kandinsky

En la exposición temporal Kandinsky y Rusia se exhibían 78 piezas. Sobre el arte popular, había relatado sucintamente algunas de ellas en párrafos anteriores. La fuga interior de Kandinsky obedecía aparentemente a la música atonal de Schönberg. El frío siberiano ceñía el paisaje del pintor, rápida era su forma, y su furia colorista lineal; este pintor ruso abría la luz sobre el papel vacío. Entre sus propias nieblas interiores iba sujeto, negándose a declinar de sus formas coloreadas. Y sólo cabía la belleza fugaz bajo la mancha, el punto y la línea.

Sus primeras obras expuestas en madera contrachapada entre 1901-1903 emprendían un éxodo por los ríos (El río en verano y El río en otoño) y las estaciones (Otoño), dejando a la silueta de la Iglesia roja un espacio solo, quieto y reflejado. En el óleo sobre cartón, Murnau. Paisaje estival (1909), las casas amarillas de la ciudad alemana alineadas en un sendero mostraban cómo las nubes y la campiña tenían colores fríos (azul y amarillo) con pinceladas vibrantes. Para la obra El Jinete (1910) usó óleo sobre tabla. Caracterizada la pintura por la valorización del color claro y lírico con fondo de iglesias del norte de Rusia, sus composiciones ecuestres serían cada vez más abstractas.

Bien distintas eran las composiciones cuando pintó al óleo sobre vidrio en 1918 Amazona en las montañas y Amazona con leones azules trazando líneas sinuosas y bien perfiladas en ritmos musicales. La meticulosidad y detallismo se hacía palpable, igualmente, en la obra Con frutas (cristal desgraciadamente estallado), y Nube blanca, donde había colocado a dos damas en colores azul y verde junto al nacarado de una nube en el centro de una composición.

El cubofuturismo ruso de principios de siglo se había manifestado en el óleo sobre lienzo de Burliuk en Caballo-relámpago (1907) donde la tela estaba dividida en secciones desde la noche azul al amarillo relampagueante. Dos colores fríos de efectos decorativos que funcionan independientemente de la forma del caballo, como el óleo sobre lienzo San Jorge (I) (1911) de Kandinsky donde la forma estaba dislocada en el espacio.

De sus cuadros al óleo, Improvisación n.° 11 (1910) evidenciaba el movimiento expresionista que había fundado un año más tarde con otros artistas en Munich, ciudad a la que se había trasladado a los treinta años. Las líneas horizontales, como el color negro de Mancha negra (I) (1912), subrayaba una tonalidad fría que valoraba el subjetivismo creativo.

La espiritualidad de Oriental (1913) reflejaba su amor por los viajes realizados a Túnez y a otros países del mundo árabe después de los cuales se había despojado de lo figurativo. De la oscuridad del negro se había pasado a la claridad en el lienzo Cuadro con orla blanca (1913) y, fundamentalmente, en el cuadro En blanco (I) (1920), que eran telas de distinta factura separadas entre sí por siete años de depuración creativa. El mutismo del último blanco como fondo del cuadro parecía incardinado con el silencio de la muerte.

Cuando publicó De lo Espiritual en el arte (1911) no solo criticaba la concepción academicista del arte, sino que subrayaba el lenguaje del color para medir las propiedades emocionales de cada tono y color. Los lienzos Crepúsculo (1917), Cuadro con puntas (1919) y Composition No. 218 (2019) exaltaban la respuesta emocional del alma ante los colores. (Véanse Figuras nº 2 y 3).

Mecenazgo de Coleccionistas Privados de Arte Ruso

Cuando regresé a Málaga en el año 2023, el Museo Ruso había experimentado un cambio en su filosofía expositiva. Consciente de que los lazos con el Museo Estatal de San Petersburgo se habían desvanecido a raíz de la invasión de Ucrania, ya no se podía ver la colección permanente de Arte Ruso.

La pinacoteca había caído en una suerte de hibernación; se había rendido a una especie de contenedor de objetos y obras de arte de distinta naturaleza y procedencia. Sin embargo, un nuevo impulso artístico resurgía al sentimiento postrado.

La muestra Sputnik. La odisea del Soyuz 2

Patrocinada por la Fundación Sputnik, la exposición narraba datos controvertidos tras el lanzamiento de la Soyuz 2 (1968), que, según la versión oficial, era una nave automatizada y guiada bajo control remoto. La trágica desaparición del piloto Istochnikov y la perra Kloka nunca fue aclarada por las autoridades gubernamentales. La exposición malagueña reivindicaba la figura del cosmonauta fantasma y denunciaba la opacidad y manipulación soviética de la información que había anulado la presencia del cosmonauta.

En torno a este suceso, la exposición mostraban diversos objetos de la cosmonáutica rusa de la época, entre otros: Modelo de casco soviético para cosmonauta, La Soyuz 2 durante los preparativos de lanzamiento, Retratos del cosmonauta Istochnikov hechos por artistas populares, y Maniquís (Uniforme de gala, Mono de entrenamiento, Traje de piloto).

Cuan lejana había quedado la expedición del cosmonauta. Había permanecida muerta su fama antaño privada. Ahora la gente alentaba el secreto fantasmal bajo tormentas de imágenes críticas (Figura nº 4).

Colección Privada de Arte Ruso de Jennifer Green

Olvidados los sueños pasados de arte de San Petersburgo, los nuevos aires museísticos reposaban gracias a una exposición de 78 obras de artistas rusos que eran propiedad de una coleccionista británica, entre otros: El Espíritu Santo (Essaian), Estudio sobre el tríptico ‘Las Bañistas’ y Escena en un café (Goncharova), L’Accent Rouge (Kandinsky), Bailarina española (Konchalovsky), Mujer desnuda recostada (Kustodiev), Autorretrato (Maliavin, 1927), Retrato de un mercader chino (Yákovlev), Retrato de una actriz (Golovin), La cascada en Peterhof (Benois), La aparición de Cristo ante el pueblo (Ivánov), Interior (Redkovsky), Los hijos del Duque de Leuchtenberg (Hau), Hombres de Rusia (Stelletsky), La Troika (Maliavin), La fiesta de la ortodoxia (Stelletsky), Boyardo religioso (Stelletsky), Una Deisis: tres íconos que representan a Cristo, la Madre de Dios y San Juan Bautista (atribuido al Taller de los Hermanos Chirikov). (Figura nº 4).

Donde el arte ruso no revolucionario yacía en los sueños de coleccionistas, nuevos artistas colgaban sus visiones encantadas en paredes de museos.

José Manuel Ballester. Ausentes

Dos paneles con reproducciones fotográficas de Ballester de óleos, témperas, esculturas y una cromolitografía representaban la vanguardia artística rusa. Allí, en formatos pequeños, alineadas las imágenes en inmóvil paroxismo, se asentaban producciones en fugaz memoria:  Exter (Bodegón constructivista), Rodchenko (Rojo y amarillo), Popova (Retrato de un filósofo), Lavinsky (Cartel para el ‘Acorazado Potemkin’ de Sergei Eisenstein), Tatlin (Marinero), Goncharova (Un ciclista), Kandinsky (Cumbre azul), Bogorodsky (Hombres jóvenes), Altman (Retrato de una joven judía (Auto-retrato), Altman (Petrokommuna), Deineka (Defensa de Sebastopol).

Era la época en que apareció el suprematismo de Malevich (1915) que marcaba la pauta representacional de un mundo sin objetos. Era una vanguardia que abolía el arte convencional, donde las imágenes se refugiaban en la abstracción ausentándose de toda figuración.

Además, el Mundo Moderno también incluía un Almacén de pintura y otro Almacén de escultura, que eran los espacios ocultos de los museos donde se conservaban las obras no expuestas. Tras los espacios infranqueables de un museo de belleza irreparable se abrían a los ojos del espectador abanicos de armarios con cuadros colgados pendientes de posarse en los muros de salas expositivas y las esculturas trazaban su bronce dormido en el aire vacío de una sala (Figuras nº 4 y nº 5).

Ilustraciones de Picasso

La publicación Dos contes. El centaure Picador y El capvespre d’un Faune reunía textos de Ramón Reventós y cuatro grabados al buril de Picasso realizados en 1947 bajo la temática recurrente de la mitología grecorromana, de los cuales he incluido la imagen Els oficis del centaure: picador. (Figura nº 4). Este compendio era uno de los 156 libros que contenían ilustraciones de un Picasso poliédrico que anegaba cualquier creación con sus buriles. 

Bailaba el silencio del tiempo

No era el aire puntual el que movía el tiempo en una sala. Allí, cuatro pequeñas figuras de bronce cromado suspendidas, iluminadas, irisaban sombras danzantes que hurtaban a los ojos el confín del tiempo. Miraba las bailarinas de Degas que se acunaban rotando, alargadas, tornasoladas y dormidas en el aire, mientras sonaba un tic-tac de reloj donde yacía el tiempo. (Figura nº 5). La presencia de las bailarinas proyectadas sobre el muro nada más. Reposaban indiferentes vidas silenciosas.

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Regresaba a Torremolinos con una vaga sensación. La luz lívida escapaba por el cristal del autobús contra un atardecer incierto. Recordaba la belleza de mi estancia en el Museo Ruso en 2017 y mi indolencia de ánimo en 2023. La sombra invasora de los recuerdos del Museo Ruso se abandonaba a la paz necesaria para escribir en el blanco de un papel vacío.

 

Figura Nº 1. Icono de la Virgen de Kazán, Icono de la Virgen de Tijvin, Icono de San Romano el Mélodo, Iconostasio de la iglesia de Santa Catalina, mártir, La adoración de la cruz, Sagrario de la Catedral Naval de Kronstadt, Asedio del monasterio de la Trinidad y San Sergio, Domingo de Ramos en Moscú en tiempos del zar Alejo I. Procesión del patriarca a lomos de un burro, La hazaña del granadero del regimiento finlandés de la Guardia Imperial Leonti Korennói en la batalla de Leipzig de 1813, Palacio de Hielo, Retrato de la gran duquesa Yelena Pávlovna, Retrato de la emperatriz Alejandra Fiódorovna, La boda de Nicolás Il y la gran duquesa Alejandra Fiódorovna, Habitación del gran duque Alejandro Aleksándrovich, comandante del destacamento de Ruschuk, En una oficina pública de los tiempos de Moscú, Objetos del servicio de Gúriev, Mujer de la provincia de Sarátov

 

Figura Nº 2. Schönberg (Autorretrato azul, Mirada) y Kandinsky (Oriental, Composition No. 218)

 

Figura Nº 3. Nube blanca, Amazona en las montañas, Amazona con leones azules, Jinete, Con frutas, San Jorge (I), Murnau. Paisaje estival, Otoño, El río en otoño, Iglesia roja, El río en verano, Caballo-relámpago, Improvisación n.° 11, Cuadro con orla blanca, Mancha negra (I), Crepúsculo, Cuadro con puntas, En blanco (I)

 

Figura Nº 4. Modelo de casco soviético para cosmonauta, La Soyuz 2 durante los preparativos de lanzamiento, Retratos del cosmonauta Ián Istochnikov hechos por artistas populares, Maniquís (Uniforme de gala, Mono de entrenamiento, Traje de piloto), Dos contes. El centaure picador, El Espíritu Santo, Estudio sobre el tríptico ‘Las Bañistas’, Escena en un café, L’Accent Rouge, Bailarina española, Mujer desnuda recostada, Autorretrato, Retrato de un mercader chino, Retrato de una actriz, La cascada en Peterhof, La aparición de Cristo ante el pueblo, Interior, Los hijos del Duque de Leuchtenberg, Hombres de Rusia, La Troika, La fiesta de la ortodoxia, Boyardo religioso, Una Deisis: tres íconos que representan a Cristo, la Madre de Dios y San Juan Bautista, Panel 1 (Bodegón constructivista-fragmento-, Rojo y amarillo, Retrato de un filósofo, Cartel para el ‘Acorazado Potemkin’ de Sergei Eisenstein, Marinero, Un ciclista-fragmento-), Panel 2 (Cumbre azul, Hombres jóvenes, Retrato de una joven judía (Auto-retrato), Petrokommuna, Defensa de Sebastopol)

 

Figura Nº 5. Ausentes, Bailar el Silencio del Tiempo

 

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Luis Miguel Villar Angulo
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