Ciudad Rodrigo enmarcada por su fortaleza.
Cuando te acercas por la calle Sefarad a la parte amurallada de Ciudad Rodrigo y penetras por la Puerta más grade de Amayuelas uno se da cuenta de que las dos líneas de murallas eran una obra que pretendía preservar la fortaleza y proteger Ciudad Rodrigo. Fernando II tuvo una visión premonitoria de la arquitectura militar porque los 2.200 mts. de longitud y 13 mts. de altura de la muralla acogería y defendería una ciudad que hoy cuida sus monumentos para honra de sus antepasados y disfrute de los turistas y curiosos de la historia y del arte.
El Castillo de Enrique II de Trastámara construido en el siglo X sobre la antigua fortaleza de Fernando II tiene una torre del homenaje restaurada de cal y canto, planta cuadrada de 17 metros de lado y con dos pisos, desde cuya terraza se dominan las siluetas de la Catedral, Iglesia de San Isidoro hacia el Este, y el río Agueda por el Sur. Desde la planta baja del Castillo se accede a un Parador Nacional, a unos jardines anexos al Castillo y a un camino de ronda que sirvió de paseo para recorrer su perímetro oval y dominar otras vistas de la ciudad, a pesar de la incomodidad del pavimento formado por tierra y piedrecitas (Figura 1).
Tomando la Calle Juan Arias uno se detiene necesariamente en el renacentista Palacio de los Águila, del Príncipe o Marqués de los Altares de los siglos XVI y XVII (Figura 2). El patio interior plateresco, con doble arquería es monumento histórico-artístico (1969). Los medallones y escudos en las enjutas de los arcos no desdicen por su labra de otros de la ciudad de Salamanca.
Avanzando por la calle, se impone la fachada del Cuartel de Artillería, del siglo XVIII, enfrente de la Plaza del musicólogo mirobrigense Diego Ledesma (Figura 3). A pocos pasos, la Plaza Mayor acumula en su espacio casi rectangular distintos edificios asentados sobre un pavimento de piedra: la Casa Consistorial de mediados del siglo XVI con arcadas en doble galería, sostenidas por columnas con capiteles platerescos, remates con torrecillas y tres blasones labrados en las paredes. Iluminado el edificio de noche, resulta sobrio y elegante (Figura 4).
Desde una terraza orientada al Sur de la Plaza Mayor, se dominaban otros edificios que tenían historias distintas. Enfrente estaba la Casa del primer Marqués de Cerralbo o Casa de los Cueto, de la misma época que la casa Consistorial (Figura 3), que albergaba una farmacia en los bajos, mostrando al visitante los cambios funcionales de los edificios históricos. La dinastía del Marqués de Cerralbo ha llegado hasta nuestros días. El Museo Cerralbo de Madrid alberga una variada colección de piezas de arte y una interesante programación artística.
Un poco más a la izquierda de mi posición estaba el edificio de la Antigua Audiencia y Cárcel, igualmente levantado en piedra de sillería, como los anteriores, cuya función lo recuerda una inscripción situada debajo del pretil pétreo del edificio. Desde principios de siglo ha pasado a manos privadas, y como otros edificios y espacios públicos, está “sembrado” de veladores y sombrillas (Figura 3).
Iniciando la Rúa del Sol, la Capilla de la Tercera Orden mostraba su fachada de finales del siglo XVIII (Figura 3). Por las calles Cardenal y luego Pacheco se llegaba a dos de los monumentos más espectaculares de la ciudad, no solo por su altura y elegante arquitectura sino, además, por la subtrama histórica que encierran, propia de una nueva novela de Ken Follet: me refiero a la Catedral de Santa María (Figuras 6 y 7) y a la Capilla de Cerralbo (Figura 8). Son dos edificios separados por la Plaza de Mazarrasa, que se miran de soslayo: uno hacia oriente (Catedral de Santa María) y otro hacia el norte (Capilla de Cerralbo).
Como ambos monumentos estaban cerrados, decidí pasear por la Plaza de San Salvador para ver otra nueva tanda de edificios de ese entorno. Allí ofrecía su fachada la Casa de los Miranda (enmarcada en un geométrico alfiz) y el Palacio de la Marquesa de Cartago (neogótico, del siglo XIX) con un balcón esquinado, como el del Palacio del Conde de Alba de Yeltes, junto a otros elementos decorativos alusivos a su linaje. Un poco más abajo, en dirección Sur, destacaban el Palacio Episcopal, con fachada de sillería del siglo XVIII, y la Casa de la Cadena, del siglo XV, con una cadena labrada en la sillería (Figura 5).
Regresaba para mirar la Catedral de Santa María (Figuras 6 y 7). Este edificio es monumento nacional desde 1889. Tiene planta latina con forma triabsidal en su cabecera. Situada su construcción en los siglos XII y XIII, las obras de restauración han llegado hasta nuestros días, al punto que el claustro, situado al norte, sigue en obras. Hay suficiente descripción técnica de este templo. Por tanto, cuidaré de mostrar mis percepciones de algunas bellezas escultóricas de la fachada. La portada meridional o de las Cadenas estaba iluminada por el sol del atardecer. De arriba abajo, el rosetón, la galería de doce arcos con esculturas góticas y la puerta de medio punto tienen simetría con figuras de gran perfección técnica. Sobre la fachada de poniente se eleva la gran torre neoclásica con huellas de bombardeos de la Guerra de la Independencia. En el interior, las tres naves, las ventanas del triforio, las capillas laterales protegidas por rejas de estilos variados (gótico, barroco), el coro plateresco y el órgano pequeño justifican la visita al templo (principalmente en horas fuera de culto para su mejor contemplación).
En la Plaza del Buen Alcalde comenzaba el mercado de los martes, privilegio que tiene la ciudad desde los Reyes Católicos en 1475. Estaba bullicioso de color y olor por las frutas y verduras; había vendedores de productos cuyos oficios van desapareciendo, como mieleros o castañeros de la Sierra de Francia. Este espacio pertenecía a las caballerizas y jardines de la familia Cerralbo. Allí, el Cardenal Pacheco construyó la Capilla de Cerralbo en el siglo XVI (Figura 8), ante la negativa del cabildo catedralicio de adosarla a la girola de la Catedral como panteón funerario. Este mausoleo de estilo herreriano con cúpula y cimborrio en el crucero de planta latina tiene una orientación norte-sur.
Los palacios se arremolinaban en plazas de extraordinaria proporción. La Plaza del Conde albergaba tres edificios nobles: el Palacio de Moctezuma (siglo XVI), el Palacio de Montarco (siglo XV), declarado Bien de Interés Cultural en 1958, y el Palacio del Conde de Alba de Yeltes siguiendo el estilo renacentista (Figura 9).
En torno a la Plaza Poeta Cristóbal Castillejo se elevaban nuevos edificios religiosos y civiles de interés histórico y artístico. En el paseo había ido anotando la singularidad de otros edificios que no trasladamos al blog por no hacer el post excesivamente cargado de imágenes. Así que subrayo la Iglesia de San Pedro y San Isidoro con un llamativo ábside mudéjar, la Capilla de las Franciscanas Descalzas del siglo XVIII, residencia geriátrica, con los mayores de ese centro ayudados por cuidadores tomando el aire y sol tardío en la plaza, la Iglesia de San Agustín, un ex-convento, y ahora colegio, y el Hospital de la Pasión, fundado en la época de los Reyes Católicos (Figura 10). Haciendo esquina, frente a la Iglesia de San Agustín, la Casa de los Vázquez del siglo XVI, gótica, abierta en ángulo, es la actual sede de la oficina de Correos, y posee una colección de azulejos representando escenas de caza o un artesonado auténticamente originales.
Realmente, una visita al Ciudad Rodrigo amurallado exige más tiempo. Apenas iniciado un paseo por la Ronda de la Muralla, viendo el Puente Antiguo sobre el río Agueda, observando el Verraco que emparentaba esta ciudad con otras que han cuidado y mantenido esculturas prehistóricas de este animal, como Ávila o Toro, e imaginando las casetas que las peñas instalaban en el Paseo de Fernando Arrabal percibí, tras salir por la Puerta del Conde, que uno de los pueblos más bonitos de España, como Ciudad Rodrigo enmarcada por su fortaleza, había conservado para la posteridad fosos y cañoneras, castillo, catedral, capilla, casas, palacios, hospitales, iglesias y colegios como pilares de su tradición (Figura 11).
Luis Miguel Villar Angulo & LMVA
Espero tener la oportunidad de pasar un par de días en este pueblo y conocer los monumentos citados en el post.