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Luis Miguel Villar Angulo

Una visita fugaz a la Semana Santa de Sevilla en 2025

 

 

Santo Cristo de la Providencia y Nuestra Señora de los Dolores (Los Servitas)

 

Una visita fugaz a la Semana Santa de Sevilla en 2025

 

Contemplé la procesión de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Corona y Nuestra Señora del Rosario, fundada en 2000, el Viernes de Dolores en el entorno de la Catedral de Sevilla (11 de Abril de 2025).

La capilla Musical “Lignum Crucis” y la Escolanía Salesiana “María Auxiliadora” precedía el desfile del paso de madera sin dorar de la figura del Santísimo Cristo de la Corona (s. XVI). Estaba ante mis ojos el nazareno más antiguo que procesionaba en Sevilla. Los cuerpos desnivelados por edades y altura de los capirotes y túnicas con cinturón de esparto acompañaban el paso en un despliegue ordenado de nazarenos ante un público erguido con móviles por la calle Alemanes.

El Sábado de Pasión vivía la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa …, fundada en 1998, desde la Parroquia de la Milagrosa levantando escalofríos en la gente arracimada por la Avenida de Ciudad Jardín. Flotaba entre huecos en la Gran Plaza sevillana, mientras el bullicio de la gente desordenaba la calle del recorrido.

Procesionaban el Paso del Señor de la Esperanza del imaginero José Antonio Navarro Arteaga (2008) en estilo neobarroco con 55 costaleros y figuras bíblicas con Cristo maniatado y un soldado romano a caballo. (Este tipo de escenas ecuestres se repetían en varias hermandades sevillanas). A continuación, el Paso de María Santísima del Rosario del escultor Francisco Buiza (1963) levantado por 35 costaleros. La imagen sobre la plataforma incorporaba varias remodelaciones en la peana, candelería, faroles de cola, bordado de palio y gloria pintada en el techo del palio. Al final del cortejo, la marcha “Puente del Cedrón” de Emilio Muñoz Serna marcaba el paso de los costaleros. Los dos pasos contaban con una decoración de estilo oriental y vestimentas de estilo judío. Los capirotes y túnicas de los nazarenos eran de color blanco con cíngulos de esparto.

A partir del Domingo de Ramos empezaron las adversidades climáticas. Así que tuve que repasar algunos de los videos que había confeccionado en años anteriores. En ese día desfilaba la  Hermandad de La Paz que tantas veces había visto atravesando el Parque de María Luisa.

El Lunes Santo procesionaban, entre otras, la Hermandad de Santa Marta y La Redención. El Martes Santo tenía un cortejo de estudiantes la Hermandad de Los Estudiantes que visitaba por la mañana en el Paraninfo de la Universidad. El Miércoles Santo me recreaba con las imágenes de las hermandades de Los Panaderos, San Bernardo y El Baratillo.

El recorrido del Jueves Santo fue caótico este año. Visité primero una Hermandad que procesionaba en la Madrugá (Los Gitanos), y después acudí al templo del Salvador para observar respetuosamente otros pasos del Jueves Santo por la noche. Más tarde me dirigí al templo de San Isidoro cuya Hermandad San Isidoro procesionaba el Viernes Santo. Todas esas imágenes de los pasos estaban en besamanos. Por último, me asenté en la plaza la Alfalfa para ver dos procesiones de Jueves Santo por la tarde. Esa tarde las hermandades de Monte-Sion y la Quinta Angustia desfilaban por la ciudad siguiendo otro itinerario.

Así, pues, el Jueves Santo por la mañana estuve en la iglesia de San Román que albergaba la hermandad de los Gitanos: Nuestro Padre Jesús de la Salud, tallado por José Manuel Rodríguez Fernández-Andes (1938) con túnica morada y potencias de oro de ley, sobre paso dorado e iluminado con cuatro faroles metálicos dorados.  El paso de María Santísima de las Angustias Coronada fue esculpida por el mismo escultor del paso de Jesús en 1937. El templo estaba repleto de fieles, con mesas petitorias llenas de medallas, alfileres de corbata, estampitas, rosarios, abanicos, escudos de solapa, llaveros, pastilleros, pulseras  y colgantes. La Hermandad estaba vinculada a la Casa de Alba, en cuyo santuario están depositados los restos de Cayetana Fitz-James Stuart. Además, la Hermandad había firmado un acuerdo de colaboración con la Universidad de Sevilla para un proyecto socio-educativo en el Polígono Sur.

En el desplazamiento hacia la iglesia de El Salvador algunas mujeres iban vestidas con mantilla. Les pedí permiso para hacer las fotos, a las que accedieron.

En el templo del Salvador, además del paso de Nuestra Señora del Socorro de la Hermandad de El Amor, que procesionaba el Domingo de Ramos, estaban los pasos de la Hermandad de Pasión: Nuestro Padre Jesús de la Pasión y Nuestra Madre y Señora de la Merced, que procesionaban a última hora del Jueves Santo por la noche.

El Jueves Santo por la tarde visité las iglesias de San Alberto PP Filipensis y San Isidoro. En este templo contemplé la exposición de los dos pasos que procesionarían el Viernes Santo en la Hermandad de San Isidoro: Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, atribuido a Alonso Martínez (1668) con El Cirineo de Ruiz Gijón (1688), y Nuestra Señora de Loreto de Francisco Ruiz Rodríguez (1930), con el detalle de una pequeña estatua de San Isidoro de plata en la calle del paso. Como había visto en otras iglesias, y aprovechando la exposición de las imágenes, una mesa petitoria vendía recuerdos sacros vinculados con la hermandad.

Luego hice parada en la Plaza de la Alfalfa para contemplar la Hermandad de Los Negritos con 950 nazarenos y 2500 hermanos de distintas edades. Primero procesionaron el Cristo de la Fundación de Andrés de Ocampo (1622) sobre un paso de madera de caoba y a continuación la Virgen de los Ángeles (autor desconocido entre los ss. XVII y XVIII) con paso de estilo oriental.

Un poco más tarde recorrí la plaza de San Pedro y me acerqué a la entrada de la iglesia de Santa Catalina para ver llegar a la Hermandad de La Exaltación, que era uno de los misterios más bonitos de la Semana Santa con 700 nazarenos y 1850 hermanos. Primero el Santísimo Cristo de la Exaltación de Pedro Roldán (1687), de estilo barroco, con ángeles mancebos de La Roldana o de su padre (Pedro Roldán) donde aparecían también centuriones y un caballo (1960), como en otros pasos. Soportaban la mesa 45 costaleros. La fragancia de resina aromática ascendía en nubes divinas a impulsos de un incensario movido por un acólito que precedía el paso. La cera se quemaba y chisporroteaba los candelabros de los guardabrisas añadiendo luces fugaces y olor a muerte sublime y cercana. Después, Nuestra Señora de las Lágrimas (autor desconocido, s. XVIII) con corona de plata dorada y manto de terciopelo azul. La candelería llevaba platillos de cristal. Las túnicas eran blancas de cola y antifaz morado con cinturón de esparto.

En otros años, había visto las recogidas de algunas de las procesiones emblemáticas de la Madrugá: las hermandades de La Macarena y La Esperanza de Triana.

Por la Plaza Nueva vi desfilar a 500 nazarenos de La Carretería el Viernes Santo por la tarde con dos procesiones: el Cristo de la Salud en las Tres Necesidades, atribuido a Francisco Ocampo (s. XVII) con un San Juan de Pedro Roldán (1690), como figuras destacadas, tiradas por 44 costaleros, con acompañamiento musical de la banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de la Victoria (Carretería). La Virgen del Mayor Dolor en su Soledad era de Alonso Álvarez de Albarrán (1629) con manto negro bordado en oro por Teresa Castillo (1861) en un paso de estilo barroco levantado por 30 costaleros. (la hermandad contaba con 2000 hermanos).

Cuando ya terminaba de discurrir la Hermandad de la Carretería por la calle Tetuán, la cruz de Guía con 400 nazarenos de la Soledad de San Buenaventura iniciaba su travesía con nazarenos vestidos con túnicas blancas de cola, antifaz negro y cinturón de esparto por la Plaza Nueva con el paso de Nuestra Señora de la Soledad de Gabriel de Astorga (1851). Lucía, además de su altura (1,81 m), una diadema y un puñal doloroso con manto azul oscuro bordado en oro que 42 costaleros portaban al son de la banda de música de Mairena del Alcor de Sevilla. (Constaba de 1150 hermanos).

En la plaza de la Magdalena, esa misma tarde de Viernes Santo, me alegré de ver El Cachorro, con el Cristo de la Expiración de estilo barroco con imagen tallada por Francisco Antonio Ruiz Gijón (1682) y después Nuestra Madre y Señora del Patrocinio (Dolorosa) de Luis Álvarez Duarte (1973), que había visitado con anterioridad en el besamanos de El Cachorro en la Iglesia del Patrocinio. Los 2060 nazarenos y 6000 hermanos testimoniaban el fervor del pueblo por esta hermandad. Del barrio de Triana también desfilaba por aquellas horas la Hermandad de la O y de la plaza de la Magdalena partía la Hermandad de Monserrat.

En años anteriores había estado en mi antiguo barrio de El Plantinar para ver el desfile de la Hermandad del Sol el Sábado Santo por la mañana.

La calle Francos era una vía emblemática por su estrechez para ver las procesiones de recogida del Sábado Santo por la tarde. En la intersección con la calle Blanca de los Ríos había mucha bulla y allí hicieron los pasos muchas paradas con cambios de costaleros, reconocibles por sus paños ajustados a la cabeza terminados en costales o almohadillas para amortiguar el peso a la nuca. Una vez consumada la arriá, el capataz hacía sonar el llamador para una levantá hasta la siguiente chicotá. Los varales del paso palio casi rozaban los balcones de las casas de la calle Francos. La pericia del capataz ordenando con voz cascada los pasos de los costaleros de izquierda y derecha silenciaba el murmullo de los espectadores.

Por allí pasaron 380 nazarenos de cola y antifaz negros y correa de cuero como el hábito de la Orden Servita, que tenía 1200 hermanos. Los Servitas desfilaron con dos pasos: Ntra. Sra. de los Dolores y Santísimo Cristo de la Providencia de José Montes de Oca (s. XVIII) sobre peana en plata y carey en una canastilla de caoba oscura de estilo barroco con faroles de metal plateado y jarras de orfebrería levantada por 34 costaleros. Tras el Misterio, la Banda de Música Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana. La imagen de María Santísima de la Soledad era de Castillo Lastrucci, posteriormente reformada por Dubé de Luque (11968). Tras el palio la Banda Municipal de Música de Coria del Río. El misterio era una de las imágenes más impactantes de la Semana Santa.

A continuación, 912 nazarenos con túnicas de color crema, capa y antifaz negros anunciaban la Hermandad de La Trinidad compuesta de 2500 hermanos. El paso alegórico de estilo neobarroco, dorado, e iluminado con candelabros de guardabrisa, dedicado al Sagrado Secreto de la Santísima Trinidad con 45 costaleros, tenía distintas autorías de imágenes, como la atribuida a Juan de Mesa para la figura de Dios Padre. El segundo paso cargado sobre 45 costaleros era de estilo neobarroco e iluminado por candelabros con guardabrisas. Llevaba por título el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas y había sido realizado por Luis Álvarez Duarte (2002). La composición tenía otras tallas de distinta autoría y época. Finalmente, el paso de palio de Nuestra Señora de la Esperanza de estilo barroco tenía respiradores de plata, cordones en las bambalinas y 36 costaleros, seguidos del acompañamiento musical de la Banda Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de la Oliva de Salteras.

El Domingo de Resurrección partía de la iglesia de Santa Marina la procesión de 450 nazarenos con la imagen de La Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo de Francisco Buiza (1973) en estilo barroco, que había visto en el altar mayor del templo, tiempo atrás, y el paso de palio de Nuestra Señora de la Aurora de Antonio Dubé de Luque (1978) con manto de color azul.

Todas las hermandades mostraban o no sus novedades en los reparaciones de la imaginería  y policromía, potencias en la cabeza de Cristo, juegos de jarras en orfebrería, retoques plateados de varales, cartelas de plata para los respiraderos y cereros en ciriales; juegos de dalmática para acólitos, capas de monaguillos, ropones de pertiguero, hábitos de nazareno, paños y faldones de pasos de palio, mantos, blondas y tocas de sobremanto de Virgen, albas blancas, techos de palio y bambalinas, estandartes corporativos, libros de difuntos, canastos, navetas e incensarios, parihuelas, cotillas, ostensorio y relicarios, y marchas de bandas de música. Este merchandising mantenía los ingresos directos de las hermandades.

Las escasas tiendas sevillanas de cordonería de flecos de palio y borlas mantenían viejos oficios para el manejo de urdideras y tejedoras.

 

 

 

Luis Miguel Villar Angulo
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