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Luis Miguel Villar Angulo

Allariz y Santa Mariña de Augas Santas

Allariz y Santa Mariña de Augas Santas.

 

Allariz y Santa Mariña de Augas Santas

Allariz y Santa Mariña de Augas Santas distaban entre sí 6 kms. por las carreteras OU-1052 y OU-1010. La visita empezó por Allariz que estaba al lado de la Autovía de las Rías Bajas (A-52) Madrid-Vigo.

Allariz era un pueblo de la Provincia de Ourense que conservaba un casco antiguo rehabilitado, restos de lienzo de la muralla, bastantes museitos, y, por encima de todo, galardones que lo acreditaban para una visita de cualquier turista: Conjunto Histórico Artístico (1971), Premio Europeo de Urbanismo (1994), Reserva de la Biosfera o Pueblo Bonito de España (véanse otros pueblos bonitos en este blog).

Como otros pueblos gallegos, Allariz estaba envuelto en leyendas desde tiempos remotos. No era mi intención escribir una reseña histórica sobre este pueblo porque habría que tirar de legajos y monografías varias para contar las biografías de personajes, monumentos y asuntos locales desde los orígenes castreños hasta la transformación de la ribera del Arnoia en el actual Paseo de la Alameda y Paseo de Arnado que remataba en el puente románico de Vilanova.

Los cronistas locales habían sabido reflejar el valor de un burgo medieval que fue capital histórica del Reino de Galicia. En efecto, un prohombre e historiador enamorado del pueblo fue Cid Rumbao que plasmó la Historia de Allariz en 1984, después de haber tratado la villa como corte románica en otro escrito de 1962.

Aquella mañana veraniega no tenía tiempo para desempolvar escritos de próceres alaricanos. Aparqué en el Campo de la Barreira que ya estaba colmado de coches estacionados en un domingo mañanero. Asumía el riesgo de toparme con las puertas cerradas de edificios y museos porque el horario dominical de visitas de muchos monumentos se cerraba a las 14 horas. Así que me tendría que conformar con recorrer su bien conservado casco histórico, distinguir monumentos e iglesias por el exterior y deleitarme con exquisiteces artísticas.

Empecé estampando fotos a la barroca Iglesia de San Bieito, con proporcionado campanario, que ya estaba cerrada. El horario de las misas solía estar pegado a la puerta de los templos. En este caso, no advertí nota alguna. Al lado de la iglesia, siguiendo una tradición, no sé si gallega o portuguesa, se levantaba un espigado Cruceiro, que antes amparaba a la gente de la peste, y ahora te perdonaba los pecados antes de acceder al templo.

Ocupando un testero del Campo de la Barreira se alzaba imponente el Convento de Santa Clara, fundado por Violante, mujer de Alfonso X el Sabio, en 1268. Se oficiaba misa en la iglesia y las monjas enclaustradas cantaban detrás de una celosía. Advertido de que no se podían transitar por los pasillos y jardines del claustro interior del Convento, reconstruido a partir de un incendio de 1759, visité el recoleto Museo de Arte Sacro, ubicado en el mismo edificio conventual. Albergaba pocas piezas, pero algunas de innegable originalidad y valor artístico, como la Virgen Abrideira del siglo XIII, hecha en marfil, y una Cruz de Cristal de Roca.

Me encaminé por la Rúa Portelo de suave pendiente cuesta abajo hasta llegar al río Arnoia. En dicha calle se ofrecían a derecha e izquierda otros museos (moda y juguetes) en los que no reparé mucho, porque mi afán era acumular imágenes de bocacalles, principalmente desde la intersección de la Rúa Castelao con la Praza de Abaixo que mostraba un lado de la nave de la Iglesia románica de Santiago. Las casas de baja altura estaban construidas en piedra, los marcos de las ventanas de madera pintados en blanco, los balcones volaban protegidos por forjas labradas en hierro, el suelo granítico, como el de muchas fachadas de edificios, daban un color grisáceo a embocaduras y calles de escaso tránsito peatonal.

Pasado el río, el Museo del Cuero “Fábrica de Curtidos Familia Nogueiras” se enclavaba en un espacio cuidado, próximo a otro reservado para el Festival Internacional de los Xardíns de Allariz en el Parque Etnográfico del Río Arnoia, que se había inaugurado en 2010.

Viendo los pilos de curtición (en los que se sumergía el cuero en el agua – proceso de ribera -) y leyendo los paneles expositivos del Museo del Cuero advertí la dureza de este trabajo y la destreza que habían tenido los curtidores y artesanos talabarteros para manejar los cuchillos de pelar, detener con sal la descomposición bacteriana y enzimática de la piel, mezclar los cueros procedentes de la piel de vaca y ternero con extractos de taninos en los bombos, engrasar las pieles, utilizar aparatos para el devenado y estirado de la piel, secar las piezas, y otras acciones específicas como la teñidura, que era el secreto de cada marca, los aprestos y acabados para usos guarnicioneros, etc. Con alguna explicación personal de un artesano y echándole paciencia a un video, esta antigua tenería me ofreció una visión amplia del curtido artesano y tradicional de la piel.

Era la hora en que se cerraba el mercadillo de la Alameda do Arnado, los Jardines de Allariz, y la Iglesia de San Pedro. Siguiendo una porción de muralla que discurría hacia el norte del pueblo y sobre la cota del suelo se erigía un grupo escultórico, conocido como «O Boi«, que trataba de rememorar la afición de los vecinos por una fiesta popular del buey que ya en junio de 2017 se había conmemorado el 700 aniversario. Los orígenes de la fiesta se situaban en torno a la procesión del Corpus y a las disputas entre judíos y cristianos del pueblo.

Como aquella comunidad judía era la primera documentada que había vivido intramuros en torno a la zona donde se levantaba la Iglesia de Santo Estevo, seguí el lienzo de la muralla hasta localizar dicha iglesia, que se encontraba igualmente cerrada. Con pocas instantáneas grabé la fábrica del templo con sillares que parecían procedentes de la muralla, registré la puerta románica y algún canecillo de uno de los lados de la iglesia.

El personal de la oficina de Turismo, de trato amable en las explicaciones, me había sugerido otras visitas: el Ecoespacio do Rexo y el pueblo Santa Mariña de Augas Santas, facilitándome, en este caso, el teléfono del guía que explicaba el interior el templo. Tuve mala suerte: la granja escuela y el centro de educación ambiental estaba cerrado, de la intervención pictórica y escultórica de Ibarrola no hallé señalización alguna que mostrara un itinerario para su visita, y el guía del pueblo no hizo un grupo suficiente de visitantes que le compensara para abrir la iglesia. En fin …

Tomé las carreteras OU-1052 y OU-1010 y exploré el Conjunto Histórico Artístico de Santa Mariña de Augas SantasPerteneciente al Concello de Allariz, el Santuario, Monumento Nacional (1931), levantado a tenor de la leyenda de la pastora Mariña, lo habían terminado de construir los templarios en el siglo XIII.

Afortunadamente muchos blogueros habían descrito el interior del templo, a los cuales remitimos por sus afanadas y precisas descripciones. Deambulando en torno a la iglesia exenta, aprecié la buena conservación de los tres ábsides de la cabecera, la recia estructura de la fachada rematada en una torre campanario barroca del siglo XVIII que se advertía desde muchas callejuelas del pueblo, el calado de la piedra de los rosetones de la nave principal, los arquillos de media punta, y un entorno con casas antiguas, un cruceiro, un estanque, un cementerio, una fuente de la santa donde jugaban unos chiquillos y un roble de tronco dolorido.

Aquel domingo de agosto había tenido lugar la octava edición del Encontro de Cesteiros, una concentración vecinal que exaltaba los oficios complementarios de la cestería, a partir de la «folla de millo». El ambiente festivo al aire libre se notó en los comensales que degustaban comida popular a base de empanada, ensaladilla y carne de buey «ao caldeiro». A la salida del pueblo, junto a viviendas sostenidas a duras penas con travesaños de madera, algunas casas mantenían la tradición cultural del hórreo, aunque no tuviera el uso agrícola de secar, curar y guardar el maíz.

Regresando a Ourense, miraba el cielo y no llovía. El tiempo estaba cambiando también en Galicia…

Luis Miguel Villar Angulo & LMVA

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