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Luis Miguel Villar Angulo

Olvera, castillo morisco, iglesia neoclásica, vía verde, santuario

Olvera, castillo morisco, iglesia neoclásica, vía verde, santuario

 

Olvera

Olvera

Este viaje había comenzado en mi cabeza varios años atrás, no muy lejos de Olvera, cuando el escenario de Setenil de las Bodegas, en este blog, fue una revelación de pueblo blanco en el decorado calizo de olivos y acebuches de la sierra gaditana.

Olvera, puerta de la “Ruta de los Pueblos Blancos” empezaba también a sentirse verde. La Vía Verde de la Sierra que se iniciaba o moría en Olvera se combinaba con el blanco de las fachadas del pueblo como dos capas de una misma bandera.

Acercándome al pueblo por el Oeste siguiendo la carretera CA-9102, cerca del Parque Natural Sierra de Grazalema, se divisaba una roca de unos seiscientos metros que advertía con dos siluetas los distintivos del municipio: el Castillo morisco y la Iglesia Parroquial N. S. de la Encarnación.

Castillo de Olvera

Castillo de Olvera

La cota más alta del Castillo árabe (Bien de Interés Cultural, 1985) la ocupaba la Torre del Homenaje. Construido a finales del siglo XII, unas escaleras de caracol permitían la subida a la planta superior de la misma desde la que se dominaba la estructura irregular del castillo, el aljibe y los dos cubos de flanqueo.

Iglesia Parroquial N. S. de la Encarnación

Iglesia Parroquial N. S. de la Encarnación

La visibilidad desde la Torre del Homenaje era excelente: el panorama del Barrio de la Villa, centro de la población en la época árabe, que conservaba las callejuelas acodadas, en cuesta, que se deslizaban hacia el llano recreando la blancura, cerrando las placitas, como la explanada del Ayuntamiento, o se expandían las casas alineadas por la Calle Llana, que era un eje urbano de vibrante comunicación humana, comercio y residencia.

Iglesia Parroquial N. S. de la Encarnación

Iglesia Parroquial N. S. de la Encarnación

Desde el Castillo se dominaba la planta de la Iglesia Parroquial N. S. de la Encarnación, en particular los tres cuerpos de las torres gemelas que flanqueaban la nave central. Desde la portada sobresalía una plataforma: un balcón protegido por una barandilla ofrecía una perspectiva de terrazas, tejados, monumentos, como el Peñón de la Coroneta (con la estatua dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, 1929) hasta la Ermita de los Remedios (siglo XVII), a dos kilómetros del pueblo.

En el antiguo granero de los duques de Osuna, al lado del castillo, se había construido el Centro Cultural “La Cilla” en torno a un patio remodelado (1999), con una interpretación de “La Frontera y los Castillos”.

Centro Cultural “La Cilla”

Centro Cultural “La Cilla”

Tenía un enfoque pedagógico por la recreación de ambientes medievales con figuras y juegos interactivos, testimonios fotográficos de la Olvera antigua y reproducciones de cartas que planteaban la repoblación de los pueblos de frontera con exenciones del diezmo, portazgo, alcabala, etc. Cuando Alfonso XI concedió a Olvera (1327) la carta puebla, esto significó que se podían refugiar en el municipio temporalmente (cuatro años) los perseguidos por deudas.

Como visitante me recreaba en la plaza y mirador de la iglesia contemplando los paisajes serranos, los planos de terrazas del Barrio de la Villa, el panorama del muro rocoso del castillo y la apariencia recortada de la iglesia con los cuerpos y figuras geométricas de los cubos gemelos de los campanarios, y del crucero con su cúpula y linterna. Como el interior del templo había sufrido varias restauraciones por distintos accidentes, el blanco de los paramentos y los mármoles de las columnas ofrecían un aspecto níveo tras la última reconstrucción, que se plateaba en tramos por los pasos o plataformas para las figuras de la Semana Santa.

Decidido a conocer el Centro de Interpretación de la Vía Verde de la Sierra, tuve una nueva sorpresa. Al lado de la Estación de un ferrocarril que nunca se inauguró, el Centro enseñaba el tantas veces premiado programa y los ámbitos de las Vías Verdes, en que se había convertido el discurrir de un trazado ferroviario de 36,5 Kms. entre Puerto Serrano y Olvera. La visita al Centro fue sugestiva. Fuera del edificio y en torno a la estación restaurante, descansaban ciclistas y se estacionaban caravanas con personas de varios países dispuestas a iniciar itinerarios verdes para conocer fenómenos tan sobresalientes como la encina longeva del Chaparro de la Vega o el imponente Peñón de Zaframagón.

Santuario de Nuestra Señora de los Remedios

Santuario de Nuestra Señora de los Remedios

De regreso al pueblo, la Av. Julián Besteiro de Olvera conducía al Santuario de Nuestra Señora de los Remedios (siglo XVII), virgen de gran advocación, coronada canónicamente en 1966, y lugar popularmente romero conocido por el Lunes de Quasimodo.

Terminó la visita a Olvera del modo que solía todo el tiempo: media silueta del Castillo árabe y la Iglesia parroquial Ntra. Sra. de la Encarnación y media falda blanca del Barrio de la Villa. Esta vez, con la alfombra verde de prados, olivares, acebuchales, encinares y pinares que se ordenaban hasta las cimas más representativas del entorno.

 

Luis Miguel Villar Angulo & LMVA

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