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Luis Miguel Villar Angulo

Candelario y la arquitectura serrana

Candelario y la arquitectura serrana.

Dejé la autovía A-66 (Ruta de la Plata) en Béjar y a 4,2 kms. por una carretera zigzagueante que preludiaba la subida a la Sierra de Candelario

Apareció la villa de Candelario presidida por la cruz de término enfrente de la Ermita del Humilladero, donde se devocionaba al Santísimo Cristo del Refugio (S. XVII), que servía de inicio a la “subida” en peregrinación del Cristo desde la Ermita a la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción (siglos XV y XVI) para luego regresar a su Ermita el resto del año. Contaban anuncios y folletos turísticos que los vecinos de arriba y de abajo del pueblo se invitaban a merendar según el orden de la procesión y la ubicación del Cristo.

Como visitante veraniego, desconocía todos los horarios de los monumentos, por lo que los interiores de la Ermita, Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción y Museo de la Casa Chacinera estaban cerrados.

La Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción sobresalía por estar en una de las cotas más altas del pueblo con torre de piedra y rosetón de tracería por encima del arco de entrada. Un tablero explicativo en la portada daba cuenta de las características del templo. (El municipio había instalado en varios puntos de las calles notas alusivas a las características de la industria y arquitectura del pueblo, ayudando a los visitantes a comprender su fisonomía).

Conforme subía por la Calle Mayor, que al fondo dibujaba la silueta de la iglesia parroquial, reconocía a ambos lados de la calle y las travesías adyacentes la arquitectura rural de Candelario. El paseo por esa calle ofrecía otros alicientes para conocer aspectos de su arquitectura serrana peculiar, como las batipuertas que protegían a los aldeanos cuando apuntillaban y sacrificaban las reses y las calles con regaderas para limpiar el chamuscado de la matanza de cerdos con helechos. La distribución de las regaderas desde una arteria principal a las huertas de la parte baja del pueblo se hacía por medio de compuertas en los quebraderos (que no de cabeza) de las callejuelas.

 

Candelario y la arquitectura serranaCandelario

Las calles tenían aleros sobresalientes en las casas que protegían las fachadas de la nieve, galerías metálicas y de madera y balconadas de madera. La casa chacinera era el prototipo de casa, con amplia batipuerta, patio interior, vivienda y desván con ventanas correderas para el secado de los chorizos.

Otras casas aludían con placas conmemorativas a hombres ilustres del pueblo (Pedro Espina y Martínez y Pedro Espina Capo), y fuentes públicas con nombres propios (Fuente de la Cruz de la Piedra, Fuente de Perales) y, en un caso, con dedicatoria de Miguel de Unamuno (“Al venir a estos días de remanso serrano…”) .

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Calle Mayor era la espina dorsal, con ramificaciones de travesías descendentes y callejuelas ascendentes, repletas de casas comerciales, rurales y a la venta, algunas de las cuales mostraban en un dintel labrado en piedra su fecha de construcción (1760).

Como decía el filosofo, lo que distinguía esta parte alta del pueblo, cerca del Museo de la Casa Chacinera de la Calle Perales, cerrado, era la vida intersocial, abierta, de las terrazas del Hogar del Jubilado y Clubes para Personas Mayores con hombres jugando al dominó y las cartas.

Candelario y la arquitectura serrana

No imaginaba los inviernos con los suelos de piedra helados, los cristales escarchados de los miradores metálicos de los chaflanes de edificios y los pinganillos de hielo como agujas suspendidas de los aleros amenazando a los transeúntes.

Mientras subía los empinados peldaños para ver la fachada cerrada de la Iglesia parroquial, las terrazas de bares daban sombra a los comensales que, a juzgar por el olor a sarmiento carbonizado, habrían comido chacinas socarradas.

El Ayuntamiento cerrado por una valla estaba impolutamente pintado de blanco, perfilados puertas, ventanas, balcones y aleros con bloques de granito, blasonado en el centro de un tímpano sobre el que se elevaba una torre con reloj de agujas y por encima de éste una campana encerrada en una especie de jaula. El edificio parecía un patrón de edificio de un gris de roca serrana y un blanco que enfoscaba paredes lisas. Las casas de esta parte antigua también remataban con bloques de piedra las esquinas, enlucían las fachadas de blanco y mantenían el color parduzco de los aleros y balcones corridos de madera. Al final del pueblo se anunciaban las rutas (La Cruz del Herrerito) que iniciaban subidas suaves a las montañas.

Candelario y la arquitectura serrana

Candelario es uno de los pueblos bonitos de España, algunos reflejados en este blog, que ha aumentado su fama tras servir de fondo paisajístico y escenario para el rodaje de películas celebradas (“El pequeño ruiseñor”), spots publicitarios y series televisivas.

Es un pueblo que además mantiene su afición taurina (Restaurante el Ruedo) porque Salamanca tiene dehesas de ganado de lidia, que se remontan al siglo XVI. En fin, el cerdo ibérico y el ganado de lidia comparten las extensiones de las dehesas.

Confío ver los alerones de los tejados mojados por las lágrimas de la Sierra de Candelario que añadan belleza destellada de nieve. 

 

 

 

Luis Miguel Villar Angulo & LMVA

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